El gobierno de Brasil ha dado inicio hoy a las obras de urbanización de las peligrosas barriadas pobres de la ciudad turística de Río de Janeiro, con inversiones iniciales que superan los 680 millones de euros. Bajo un fuerte esquema de seguridad, protegido por francotiradores y decenas de policías y militares, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha puesto en marcha este programa en la favela de Cantagallo, entre los turísticos barrios cariocas de Ipanema y Copacabana.
"La revolución" urbana puesta en marcha en Río de Janeiro dará calidad de vida, educación y salud a los pobladores de estas favelas, ha prometido Lula durante el acto oficial en un centro comunal. Las favelas cariocas, donde vive una cuarta parte de los pobladores de la segunda mayor ciudad brasileña, tradicionalmente han sido abandonadas por el Estado, según reconocen las propias autoridades.
La favela lucirá más verde tras plantarse 1.600 árboles de pau-brasil, talismán que dio nombre al país y que está en peligro de extinción a pesar de haber sido el más común cuando llegaron los portugueses.
La mayor parte de estas comunidades está hoy bajo dominio de bandas de narcotraficantes, o de "milicias" formadas por ex policías y policías corruptos, que cobran por dar protección. "Río no puede aparecer sólo en las páginas policiales. No es normal ni justo. Es verdad que hay bandidos, como en cualquier lugar del mundo, pero el 98% son personas que quieren trabajar y estudiar", ha dicho Lula.
La ONU y las organizaciones civiles brasileñas de defensa de los derechos humanos acusan a la policía de cometer en esos lugares excesos de autoridad y ejecuciones extrajudiciales bajo el pretexto de imponer el orden.
El frenesí ante la llegada de Lula era incesante ayer en la que está considerada una de las favelas más violentas de Río de Janeiro, prácticamente en manos del narcotráfico, junto con su vecina Pavão Pavãozinho.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario